Por: Luis Vía
Los Tiempos 01/07/2006
El tránsito de un año a otro suele ir acompañado de un tiempo de reflexión, destinado a posibilitar un repaso analítico de, qué nos deparó el pasado y de aquello que deseamos o esperamos para el futuro inmediato. La noche de fin de año no fue una noche más: un fenómeno emotivo en el cual las imágenes a menudo tensas o conflictivas del ciclo que termina empiezan a desvanecerse y, en cambio, cobran fuerza las visiones, por lo general esperanzadas, del año que empieza a llegar.
Por supuesto, no sólo las personas individualmente consideradas se someten de manera natural a ese fenómeno, a ese gesto de reflexión entre el año que concluye y el año que se viene o que está comenzando. También los sujetos sociales o colectivos los pueblos, las sociedades, experimentan esa necesidad de analizar comparativamente la memoria del ciclo o período que termina y las vivencias y realidades que se perfilan o se proyectan para el año que se inicia.
Los cochabambinos tenemos bastante en claro que las instituciones locales en el 2005 nos han dejado algunas cosas positivas: un razonable reordenamiento de la economía y la recuperación de mínimos niveles de estabilidad, convivencia y relativa paz social. Pero también sabemos que esos logros no están de ninguna manera consolidados. Todo lo contrario: sentimos que los avances registrados en el año último son todavía frágiles y que seguimos expuestos a importantes amenazas.
Bastaría con mencionar algunos de los males que podrían continuar acechándonos: la ausencia de consensos acordados sobre la base de un diálogo interpartidario maduro y racional y entre otros factores de influencia inocultablemente negativa, la inmadurez los opuestos que con excesiva frecuencia siguen apostando a la confrontación, al agravio y a la intolerancia con el fin de asegurarse por esa vía deplorable una mínima rentabilidad política o electoral.
La mención de estos puntos todavía oscuros de la vida departamental en la hora de la transición al nuevo año no es gratuita: responde a la necesidad de marcar una agenda de los temas que preocupan fundamentalmente a los cochabambinos de este tiempo y que, sin duda, deberían figurar entre los desafíos prioritarios que habrá que hacer frente, en 2006, sin más demoras.
Esas asignaturas pendientes de la ciudad debe necesariamente reconocer y asumir a la hora de definir sus compromisos más urgentes para el nuevo año, obedecen por cierto a problemas de antigua data y sólo en casos muy específicos pueden ser atribuidas a desaciertos o errores de las actuales autoridades del departamento. Eso es justo reconocerlo.
Pero, cualquiera sea su origen, los problemas se resumirían a una solución y esta es sin duda practicar la misma receta del 2005, el consenso interinstitucional, por que los pobladores de esta tierra no ven ya a las instituciones diferenciadas como tales , por siglas o colores, sino, las ven en sus necesidades. Así y solamente así se construirá el camino definitivo de Cochabamba y todos sus municipios a una senda continuada de progreso, crecimiento y fortalecimiento político y social. Es hora, entonces, de que ese tema sea incluido en las demandas de la población.
¿Cual fue el mayor acierto de las instituciones cochabambinas en el 2005?, dejaron de culparse unos a otros y de encontrar chivos expiatorios que fueran señalados como responsabilidad excluyente de ciertas desviaciones. Lo fundamental es que se pusieron en marcha los acuerdos institucionales por Cochabamba, que se reflejaron en acciones que permitieron superar los males y que nos habituamos a utilizar el diálogo como herramienta básica para construir consensos y para adoptar decisiones compartidas por todos.
Eso es lo que deberían recuperar las instituciones que ejercerán el 2006: la búsqueda de las grandes coincidencias, obtenidas en la mesa de los acuerdos.
Ahora pocos días después de empezar el año nuevo los cochabambinos deseamos que 2006 sea el año de la consolidación de un perfil institucional diferente, en el que la búsqueda permanente del diálogo sea el camino habitual para la toma de las grandes decisiones apoyadas obviamente por nuestro nuevo gobierno. Y que la constitución de nuevos emprendimientos signifique unión y no como ocurre con demasiada frecuencia entre nosotros un pretexto para la confrontación salvaje o la descalificación permanente.
Con ese espíritu caminaremos los cochabambinos en 2006: con la clara voluntad de construir una sociedad unida y fuerte, en la que nada importe tanto como la consolidación de un sistema institucional que haga del pluralismo pacífico y democrático su herramienta principal.
jueves, 5 de junio de 2008
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