miércoles, 2 de julio de 2008

Pronunciamiento Democrático

Por: Manuel Salamanca

Como bolivianos estos últimos años estamos viviendo un proceso duro y conflictivo, que no ha estado exento de graves enfrentamientos. En este proceso de cambio que desde el gobierno se intenta llevar adelante, se han hecho visibles las actores que se encuentran preocupados porque la conformación de una nueva Bolivia implica la pérdida de poderes y privilegios que en base a casta, clase o afiliación corporativa-partidaria se han mantenido desde hace más de 500 años. Es necesario comprender que las desigualdades e inequidades estructurales en Bolivia provienen de hace siglos y transcurren por un proceso de constitución republicana (1826) constitución del Estado Nacional (1952) y constitución del Estado Neoliberal (1985) que, variando en las formas, de fondo han mantenido y permitido que el colonialismo se encuentre presente a lo largo de nuestra historia. En la actualidad y pese a la polarización que vive el país, nadie (ni el gobierno) niega la autonomía como un valor intrínseco. El cuestionamiento ahora es qué tipo de autonomía debe ser propuesto para las regiones en marco de un proceso de profundización de la democracia.
Las elecciones del 2005 dieron un apoyo mayoritario (53,4%) al presidente Evo Morales, en gran parte debido al desgaste de las antiguas formas de representación política basadas en la prebenda y la exclusión de grandes sectores de la población y legitiman el proceso de cambio que se lleva desde el gobierno; creemos que el momento de realizar verdaderas transformaciones ha llegado y que estamos viviendo este proceso. Sin embargo, la respuesta de la derecha, de aquellos que siempre se han visto beneficiados, están intentando rearticular un nuevo programa político, para reproducir y reactualizar, bajo distinto formato, un orden social, cultural y económico que siga respondiendo a los preceptos Neoliberales y los poderes globales que siguen sustentando el proyecto de la modernidad como si este fuera el único camino o vía posible para todos los pueblos del mundo.
Esta respuesta se observa en la actual coyuntura política en torno a las Autonomías, con la aparición de los llamados movimientos autonomistas, Comités Cívicos, Prefectos (de la media Luna y de Cochabamba), CONALDE, Juventudes cruceñistas, juventudes cochabambinas, Nación Camba, etc. que de forma cada vez más autoritaria, ilegal, ilegítima e inicua se atribuyen la representación de las mayorías para perpetuar un orden de cosas que mantenga el colonialismo interno y externo que como país del “tercer mundo” tanto hemos sufrido, queriendo perpetuar el neoliberalismo como valor fundamental universal, sin querer asumir que la adopción acrítica de este modelo ha reproducido y mantenido situaciones de inequidad y explotación que a escala global se están traduciendo en desequilibrios estructurales de la economía mundial, la falta de alimentos, la inflación, la pérdida de soberanía e inseguridad alimentaria, la depredación de los recursos naturales y el daño inminente e irreversible al medio ambiente.
En el nuevo programa político de la derecha las antiguas élites y grupos dominantes departamentales gritan a los cuatro vientos que el “verdadero proceso de cambio” es la “Autonomía”, intentando desvirtuar a esta palabra de los verdaderos principios democráticos que pueden llegar a sustentarla. Y no hay que olvidar que por detrás, sin duda alguna, está la presencia desestabilizadora de los EE UU. y que en cualquier país en el que EE UU no pueda instalar un gobierno satélite estable recurrirá a la financiación y el fomento de organizaciones y líderes separatistas que utilizan pretextos étnicos, religiosos y/o regionales para cumplir el famoso precepto “divide y reinarás”. Es clara la ingerencia política de la Embajada de EE UU, quienes a título de Fortalecimiento de la Democracia financian a grupos y sectores que se han enarbolado con la bandera de la Autonomía hasta el punto de redactar sus propios estatutos autonómicos, que no son sino otra forma de centralización desde las prefecturas y responden a intereses corporativos y de sectores que buscan la perpetuación del poder desde sus regiones. Las élites y grupos de poder departamentales han redactado una serie de estatutos (en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) ilegales, inconstitucionales e ilegítimos con pretensiones divisionistas, elaborados por un grupo reducido de personas, sin llevar adelante procesos participativos reales que recojan las verdaderas necesidades y demandas de los habitantes de las distintas regiones, municipios y comunidades que existen en sus territorios. La voz del pueblo no se encuentra en aquellos estatutos, por lo tanto no pueden ser considerados como realmente autonómicos, legales ni menos legítimos (a pesar de que los medios de comunicación privados traten de convencernos de lo contrario). Es claro que este es un nuevo intento por recuperar un poder que estaban perdiendo, concentrándolo en las capitales de departamento y prefecturas, con el fin de mantener un estado de cosas que la historia está mostrando que no puede seguir si los bolivianos queremos un mejor futuro para nuestros hijos y nietos.
Desde el Movimiento Sin Miedo, nos pronunciamos atacando la funesta intención de estos grupos por intentar que la democracia y las Autonomías se vuelvan palabras vacías de significado y que sean usadas para sustentar un discurso que busca la perpetuación de privilegios y poderes de unos pocos. Manifestamos que la Autonomía no es buena ni mala en sí misma, la Autonomía puede resultar beneficiosa para mejorar el manejo y gestión de los recursos económicos, naturales, y humanos de los departamentos, regiones. Municipios y comunidades, pero siempre y cuando su diseño y construcción respondan a un proceso participativo real y no a mantener el poder concentrado en pocas manos, reproduciendo el centralismo estatal -que tanto se critica de forma hipócrita- a escala departamental. En este sentido nos pronunciamos creyendo de forma ferviente que la Autonomía y la consideración de sus distintos niveles de implementación pueden resultar beneficiosas, siempre y cuando no sean prostituidas ni enarboladas como discurso político para mantener el poder de unos pocos sobre muchos.
Si el pueblo de Cochabamba considera que la Autonomía, como forma de gestión y administración del poder y de los recursos resulta más conveniente que el Centralismo, debe ser escuchado y tomado en cuenta, pero consideramos que no debe caer en el engaño de aquellos pocos que la promueven con el fin de mantener sus privilegios corporativos y para frenar el proceso de cambio que lleva adelante el gobierno nacional. Si ha de existir una autonomía o a autonomías en Cochabamba es necesario que su diseño e implementación sean llevadas a cabo de forma realmente participativa y democrática y no por un grupo corporativo (Comité Interinstitucional, Comité Cívico, Juventudes por la Cochabambinidad, etc.) encabezados por el Prefecto de Cochabamba que, de forma servil funge como un operario más de los intereses de los grupos dominantes de la Media Luna más que como un real representante de los intereses de los cochabambinos.
En este sentido, expresamos que si las autonomías son un deseo de los cochabambinos, este proceso debe iniciarse sobre la base de unos preceptos y principios básicos que aseguren que no se convierta, como en la Media Luna, en la trinchera de unos pocos para seguir manteniendo su poder corporativo y su dominio e influencia sobre la vida de las mayorías y que su proceso se vuelva un ejemplo de participación y democracia para todo el país. En este sentido, manifestamos que:

Primero: Debe existir previamente un proceso completamente legal para la realización de un referéndum de consulta ciudadana sobre las autonomías en Cochabamba sobre la base de una población informada (no desinformada por los medios de comunicación).
Segundo: Si el pueblo de Cochabamba desea autonomías, estas no pueden ser diseñadas de forma cupular y por un grupo corporativo, tal como ha sucedido en los departamentos de la media luna.
Tercero: El proceso de diseño autonómico debe ser democrático, con la participación de todos y cada uno de los habitantes, grupos y colectivos del Departamento de Cochabamba.
Cuarto: La forma de participación debe ser a través del voto universal, secreto y directo para elegir representantes que se encarguen del diseño y redacción de los niveles autonómicos y los estatutos que le siguen y que después de su labor se retiren de esta función.
Quinto: Debe establecerse un mecanismo de elección de los representantes que sea lo más equilibrado posible en función de las características sociales y culturales del departamento de Cochabamba.
Quinto: No puede ser una Autonomía que concentre el poder, si no que disperse el poder y cuyos principios, directivas y competencias provengan y sean formuladas de acuerdo a los intereses de todos los sectores de la población.
Sexto: Este proceso no puede ser sólo entendido y llevado adelante como un asunto político, si no técnico, con justificaciones racionales que expliciten los beneficios que la Autonomía y los niveles en los que opere traería a las distintas regiones y colectivos del departamento.
Séptimo: Que el documento resultante sea sometido a referéndum aprobatorio.

De esta forma, también hacemos un llamado a la población cochabambina a impedir que nos suceda lo mismo que en los departamentos de la Media Luna y que Cochabamba sea un referente a nivel nacional de verdaderos procesos democráticos y de transformación.